sábado, 24 de septiembre de 2011

Primera página

Cuando era pequeño, arrancaba una y otra vez la primera hoja de los cuadernos de clase hasta lograr que estuviera limpia, ordenada y practicamente perfecta. Podía estar toda la tarde hasta que lo conseguía, si es que no llegaba antes a la desesperación. Lo gracioso es que estaba convencido de que la perfección en la segunda hoja era indiferente.

Tengo muchísimas ganas de comenzar con este blog, y no pienso pasarme horas y horas eligiendo las palabras exactas para crear una primera entrada exquisita, porque entonces no empezaría nunca. Además sé que unas veces escribiré cosas interesantes, otras aburridas, y otras dejarán indiferentes.


Hace un año que vivo en Pamplona, he venido a dar clases de Matemáticas a pequeños adolescentes, comparto piso en un barrio residencial al que hemos bautizado como Wisteria Lane, dirijo un Taller de Teatro y me he apuntado a clases de inglés, con el propósito de que al final de curso, por lo menos, le tenga un poco más de cariño.


Llegaba aquí con el propósito conseguido de ser feliz y de, cuando surgiese, encontrar un novio. Pero, ¿cómo iba a saber yo si un chico era el que estaba buscando? Pues muy fácil, sería aquel que me invitase a UNA CENA EN EL TEJADO.




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